domingo, 30 de noviembre de 2008

Juan Marsé


El tipo es bajo, desmañado, poco hablador, taciturno y burlón. No se considera un intelectual, y soporta mal que le traten como si lo fuera. Ama las tabernas y las papelerías de barrio y los flancos luminosos de los quioscos que exhiben tebeos y novelas baratas de aventuras. Las banderas le producen auténtico terror. Come ensaladas y escribe a mano.

Autorretrato (fragmento)
Y además de todo esto, nuevo premio Cervantes 2008.
 Por este motivo queremos homenajear al autor catalán con un pequeño retazo de una de sus numerosas obras:
"Canciones de amor en el Lolita’s club" - Juan Marsé 
Fragmentos de la obra de Juan Marsé, disponible en  El Cultural:

"Muy de lejos, al noroeste del país, un hombre casi idéntico y de la misma edad, treinta años, pero de aspecto más rudo, pelo de cepillo y la boca como un estropajo empapado de vodka, se incorpora desnudo junto a un camastro en la penumbra de un cuartucho.
Qué te debo, dice con la voz rota, pero sin acritud. Mientras se pone los pantalones pugna por abrir los párpados de plomo. Despierta. ¿Qué te debo?
Una voz tabacosa, ahogada bajo la almohada, farfulla: Ochenta.
Ni hablar. Sesenta y vas que chutas.
Termina de ponerse la camisa y la americana y mira el camastro donde ella duerme boca abajo. De su cuerpo apenas recuerda el frenético movimiento de la pelvis antes del fraudulento espasmo final, un prodigio de simulación. Una nalga oscura y bruñida, ofreciéndose con un repentino vigor y con su hoyuelo, asoma bajo la sábana revuelta. Un hermoso culo, piensa, y ni siquiera le he prestado atención. Lo destapa un poco más y vuelve a ver a la furcia de espaldas, girándose bajo la llovizna y viniendo hacia el coche con su paraguas transparente y meneando las caderas... Un buen policía adivina el trasero respingón de una mujer por su manera de andar, le oyó presumir un día al inspector Rubio, un baboso superviviente de la antigua brigada Político-Social.
La habitación es pequeña, cuelgan medias y prendas femeninas de una cuerda que roza su mejilla al darse la vuelta. Sus pies tropiezan con una botella vacía que rueda bajo la cama, su mano tantea la pistola en la sobaquera. Todo en orden. Nada se ha perdido, todavía. El hombre tira sobre el camastro unos billetes en euros. Antes de irse busca su cara en un espejo roto y se mira con profundo desagrado. Lleva en los nudillos de la mano derecha un vendaje con difusas manchas de sangre y flexiona los dedos comprobando su estado. Saca otro billete del bolsillo, lo deja prendido en una raja del espejo astillado y sale del cuarto cerrando la puerta.
Baja por una escalera estrecha y cochambrosa y alcanza el portal encendiendo un cigarrillo. El coche no está lejos. Mediados de marzo, un sol pálido, gritos de gaviota. En la calle se para un instante intentando recordar, un Renault Laguna azul con los flancos abollados. Sospecha que una vez más lo dejó mal aparcado, y esa infracción es precisamente lo que dibuja en su memoria el lugar exacto donde está el coche: entre un contenedor de basura y una parada de autobús, en una plazoleta solitaria.

Echa a caminar y emboca un callejón lateral. Las dos y media. No puede estar lejos. La boca abierta bebiendo la brisa salobre, que aplaca un tanto la insidia, la sequedad del alcohol. La americana arrugada, las solapas alzadas, frío en el corazón y ese escozor en la punta de la lengua. Saca una petaca de licor del bolsillo trasero del pantalón, echa un trago y se ajusta el vendaje en la mano. No alcanza todavía a ver el coche cuando ya le llegan los gritos de las mujeres y el petardeo de las motocicletas. Hoy no es tu día, piensa. Acerca de lo ocurrido ese maldito día, antes y después de encontrarse con el puño dolorido y fuerte resaca en el cuartucho de una puta del barrio portuario de Vigo, el agente Raúl Fuentes es interrogado por segunda vez para que aclare algunos puntos oscuros de su expediente disciplinario. El asunto Tristán.
–Vamos a ver, buscalíos –dice el inspector Pardo sacando el informe de la carpeta–. Por dónde empezamos.
–Por donde a ti más te gusta. Por el culo.
–Te van a empapelar, Fuentes, así que menos guasa. ¿Desde cuando estás en la Unidad de Narcóticos?
–Desde el regalito envenenado de los etarras. Volaron mi coche, ¿no lo sabías? –Se queda pensativo–. ¡Joder, el día antes le puse neumáticos nuevos!
–¿Habías recibido amenazas? –dice Pardo fría-mente–. Por qué. ¿También allí te pasaste con algún detenido? ¿Cuál fue tu cometido en Bilbao..?
–No estoy autorizado a responder a eso. Consulta los informes, si te dejan.
–Estuviste bastante tiempo infiltrado en la eta...
–No sigas por este camino, Pardo, no seas mamón.
–¿Pediste tú el traslado aquí, a Narcóticos?
–¿Quieres saber si en Euzkadi me acojoné...?
–Yo hago las preguntas.
–Pues no, compañero, aguanté hasta que me echaron.
–Bien, ya estás en Vigo. Ahora cuéntame el pollo que montaste el otro día en la calle Rivas, y por qué.
–Ya declaré sobre ese asunto.
–Quieren un informe más completo –insiste Pardo, y empieza a perder el control–. ¡Y no me lo pongas difícil, Fuentes, te prevengo! Tu versión no se ajusta a la verdad, así que empecemos otra vez por el principio.
...."
 Para más información sobre el autor y su obra puedes visitar la página oficial de Juan Marsé en:

jueves, 27 de noviembre de 2008

Polígono industrial


Todos los partidos políticos que han concurrido a las elecciones de nuestra localidad han prometido la creación o mejora de algún polígono industrial en nuestro pueblo. Pues bien, después de tantos años y promesas, tenemos varias zonas industriales en nuestra localidad. En la última que se ha creado sólo se han instalado una carpinteria metálica, un almacén de materiales y más recientemente un Salón de Celebraciones (omitimos a drede la ampliación de la "escuela de empresas" que aún nadie sabe si existía anteriormente y ya la han ampliado o, al menos, así reza en el cartel de objeto de actuación situado a su lado).Ya hace varios años de la creación de este lugar y, aunque parezca mentira, todavía no cuenta con recipientes para la recogida de residuos y, todos los trabajadores o novios e invitados que vayan a celebrar su boda que acuden al "polígono" pueden entrar pero no salir. Por lo menos salir con la tranquilidad de que la Guardia Civil de Tráfico no le ponga una multa al pisar la línea continua que todavía no mandaron a convertir en discontinua (otra en el caso de los invitados si la sumamos a la ya pagada por asistir al enlace).
Con esta pequeña denuncia pública nos gustaría animar a los implicados en resolver esta increible situación más propia de lugares menos desarrollados o chapuceros.

http://lapuertafalsa.blogspot.es/img/basura.jpg          http://lapuertafalsa.blogspot.es/img/carretera.jpg

        Lateral de Carpintería Metálica                                Imagen entrada al Polígono
                                                                         (sentido Alosno- Tharsis de izquierda a derecha)